miércoles, 1 de octubre de 2008

Adiós, verano...

Vale, lo reconozco: Me ha pillado el toro... El lunes aún creía que, con la buena temperatura que había hecho el fin de semana, el otoño iba a tardar aún bastante en llegar... Pues no. Ha llegado ya y con ganas. Es decir: Está todo el rato lloviendo y el mundo exterior no sólo se ha vuelto gris sino desapacible. Bueno, más que desapacible, yo diría que asqueroso.

Con este panorama me he encontrado antes al asomarme al balcón:
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Creo que va siendo hora de cerrar el chiringuito veraniego y recoger esos muebles hasta el año que viene - se acabó lo de cenar en el balcón y espiar al vecindario durante horas mientras le damos sorbos a una copa de vino, imposible ya volver del cine a medianoche y sentarse en el balcón, cervecita en mano, mientras el señor K. le saca fotos a esa vela traicionera cuya cera ardiente siempre acaba goteando sobre mis pies descalzos... ¡snif!

Además, este año puedo tachar el punto "meter las plantas antes de que se mueran" sin que me entre cargo de conciencia, porque este era hoy el aspecto de nuestro pequeño jardín botánico... ¡¡ups!!...:



El panorama desde la ventana de la cocina no está hoy, tampoco, mucho mejor:







Hoy hace un día de katiuskas amarillas como las de mi libro favorito (espero que pueda leerse el texto en las fotos):






Estoy bastante segura de que las aventuras del marinerito Néstor y la vieja señora vestida de gris son la posesión más "añeja" en mi poder. El libro se titula "¿Quién llora?" (autores son Christian Bruel y Anne Bozellec) y es de la editorial Lumen (de su colección La Sonrise que Muerde)... y es un ejemplar de... ¡1.980!... y lo tengo, creo yo, desde entonces... al pobrecillo le faltan ya las tapas y le han salido un montón de manchas de humedad...



Este libro se ha tragado conmigo mudanzas y viajes "a tutiplé", así de ajadillo está claro... pero en días así como el de hoy, cuando ahí afuera hace un tiempo asqueroso y a mí, aquí dentro, no me apetece ni una pizca trabajar, a veces saco el "¿Quién llora?" y me lo leo con el acompañamiento musical de la lluvia en los cristales y me entretengo un rato viendo los dibujos, que me siguen chiflando después de tantos años, y me bebo un café y me quedo tan a gusto.

Y ya puede venir el otoño y que nos caiga lo que nos quiera caer, igualito me da... ¡sí, señor!

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