domingo, 12 de diciembre de 2010

God Jul y coronas con mordisco



Doce meses, más o menos. Este blog se ha pasado el 2.010 en un estado de hibernación TOTAL. Un horror, vamos. Así que cuando Noema me preguntó si me apetecía volver a participar en su Calendario de Adviento, primero me dió un poco de corte y después me dió por hiperventilar („lo mío no es un blog, es una telaraña, un muerto viviente, un lo-que-sea, pero desde luego un blog pues como que no, oye“) y luego ya directamente le dije que sí. Fenomenal excusa para la „reentré“, „de perdidos al río“ y todas esas cosas. Tampoco me parece tan mal ritmo bloguero: de Adviento noemiano a Adviento noemiano y tiro porque me toca. Mira tú, eso es savoir vivre y lo demás son pijadas. Hay que ver, doce meses sin publicar ni una entrada y me sigo enrollando igual que una liana, qué fuerte...

¿Y adónde ha ido a parar mi 2.010, por cierto? ¿De verdad hoy es ya el tercer domingo de Adviento???? Qué barbaridad...

Al grano. El caso es que tras el éxito de las salchichas y la ensalada de patata en la edición anterior, me daba un poco la sensación de que cualquier teutonada festivo-navideña que pusiera sobre la mesa iba a quedar paliducha y sosa-sosa. Y las Navidades este año ni siquiera las voy a pasar en Alemania. Las voy a pasar en Noruega, en la pampa más profunda, probablemente con carambanitos colgándome del sobaco y enterrada bajo toneladas de nieve. ¿Lo adivináis ya? Sí, la entrada de hoy va de navidades noruegas.



via randihausken


No he estado nunca en Noruega, cuando aterrice en Oslo el día 23 será la primera vez. Y es una vergüenza porque mi suegro lleva viviendo allí, uff, no sé como mínimo cinco años o algo así. Nuestro plan inicial era ir a visitarle en verano (por aquello de que el invierno escandinavo-polar debe de ser la súper-macarrada del siglo y nosotros somos unos blandos), pero a día de hoy aún no habíamos conseguido encontrar un hueco para irnos hacia allá a ver renos. Así que nos vamos para allá en invierno. A un mini pueblecito que se llama Kirkenær y que está a ciento y pico kilómetros al noreste de Oslo y cercano a la frontera con Suecia. No sé cómo será Kirkenær en realidad, pero yo me lo imagino un poco como Cicely (jeje, para los no iniciados: el pueblo de “Doctor en Alaska” y al que me pregunte qué es “Doctor en Alaska” le echo a la calle ahora mismo, que conste). Está en mitad de la nada (la provincia de Hedmark en la que está es la menos poblada de todo Noruega, lo cual tiene tela, con sólo unos 7 habitantes por kilómetro cuadrado) y tiene unos 1.200 habitantes (de los cuales 400 sean probablemente renos). Van a ser unas Navidades rotundas, blancas, salvajes y estupendas. Yipieeee...!!!


via aliasgrace


Con este panorama llevo semanas ya poniéndome al día de lo que nos espera y de cómo son las Navidades noruegas. Y he aprendido que los noruegos son unos locos de las Navidades. Se llaman “Jul”, las Navidades, digo. En torno a Jul he descubierto un montón de simpáticos detalles: En Noruega, por ejemplo, también existen los calendarios de adviento y el día de Nochebuena al mediodía es típico comer arroz con leche. Y para cenar, dependiendo de la zona, cordero o bacalao... El “Papanoél” noruego se llama “Julenissen” y es, en realidad, un duende. Me encanta que sea un duende. Y si te has portado mal o le tocas las narices al “Julenissen” se pone estricto y duro y prepárate. En estas fechas también es costumbre dejar comida sobre la mesa para los trolls, porque para ellos, claro, también es Navidad. Lo dicho, me encanta: Aún no he aterrizado y ya les he cogido cariño a los noruegos (ey, tienen trolls!!).

Trolls y Julenissen aparte, los niños noruegos a veces se disfrazan el 25 de diciembre de Julebukk y salen a la calle a pedir dulces. Suena a adaptación de Halloween, pero es algo bastante más antiguo: Antes era Julebukk (el cabrito de la Navidad, procedente de la antigua mitología/religión germánica) quien traía los regalos y aún hoy el Julebukk es un adorno muy típico de las Navidades escandinavas y cuelga prácticamente en todas las casas del árbol.


foto: Udo Schröter


Bueno, aún sigo sin hacerme del todo a la idea de cómo van a ser mis Navidades noruegas (aparte de llenas de nieve y estupendas), pero voy sumando detalles y retales de las tradiciones noruegas. De todas las informaciones que he ido viendo, hay algunas que estoy intentando olvidar (las temperaturas medias que nos esperan, algo oí de -20 grados que me asustó un poco, lo reconozco) y otras que atraen más mi atención. Lo de las galletas, por ejemplo. Como en todo país al norte de los Pirineos que se precie, en Noruega, las Navidades también se celebran a golpe de galleta. Y a mí todo lo que sean galletas navideñas me apasiona.

Por eso la receta de hoy es una de galletas. Según la tradición de los países escandinavos, hay que hacer siete tipos de galletas navideñas en estas fechas de Adviento. A día de hoy ya nadie sabe decir a ciencia cierta de dónde proviene esta costumbre ni cuales fueron los 7 tipos de galleta iniciales. Actualmente cada familia elige las que quiere hornear de las más de 20 galletas navideñas distintas que existen.

Entre las más típicas se encuentran las siguientes:

- Pepperkaker (galletas de jengibre, creo que bastante similares a las alemanas que suelo hacer yo)
- Sirupssnipper (parecidas a las de jengibre pero con más azúcar y más crujientes)
- Krumkaker (una especie de barquillo que se enrolla en forma cónica y se rellena de nata – es en principio como el cucurucho de un helado)
- Tykklefser (similar a un crêpe o pancake, se hace con leche agria)
- Serinakaker (una galleta-pasta de mantequilla bastante clásica con almendras y vainilla)
- Fattigmann (llevan nata y brandy y se fríen – o sea perfectas para mí – ya oigo como la grasa se va pegando a mis arterias, yes, baby)
- Y luego está el Julekake, que en realidad no es una galleta sino más bien un bizcocho típico de estas fechas...


Muy típicas también son las Berlinerkranser o coronas/roscas berlinesas. De todas las galletas noruegas que existen he tenido que escoger las que llevaban Berlín en el nombre. Por lo de las conexiones cósmicas, digo yo. Bueno y por lo de la corona, claro, que me recordó a las coronas de Adviento con velas con que adornamos la casa por estos lares en estas fechas...



Berlinerkranser

Ingredientes:

  • 5 huevos (3 de ellos duros, 2 crudos)

  • 1 taza de mantequilla (unos 250 gramos, tiene que estar blanda)

  • media cucharadita de extracto de vainilla

  • media taza de azúcar

  • 2 tazas de harina

(las tazas como de costumbre representan la medida americana y tienen un volumen de 240 ml.)


Cómo se hace:

Pelar los tres huevos que habremos cocido previamente (en agua sin sal) durante unos 10 minutos. Separar las yemas del blanco (que no necesitaremos). Poner las yemas en un bol y machacarlas con un tenedor. Añadir las dos yemas crudas (guardar las claras correspondientes porque las necesitaremos más adelante) y mezclar bien.


Con una batidora de aspas o el robot de cocina, batir la mantequilla junto con el extracto de vainilla y el azúcar hasta que la mezcla esté cremosa y pálida. Incorporar las yemas a esta mezcla y batir. Agregar poco a poco las dos tazas de harina y batir hasta que la masa quede homogénea.

Tapar el bol y refrigerar al menos una hora.

Una vez esté la masa bien fría, sacar del frigorífico e ir cogiendo pellizcos de masa que extenderemos con la palma de la mano enrollando sobre sí misma hasta tener una tira más o menos fina de unos 8-10 centímetros de largo. Doblar la tira de masa formando un lazo (como los lazos que conocemos contra el SIDA o el cáncer de mama) y poner en una bandeja de horno forrada con papel antiadherente.

Antes de meter la bandeja al horno, pincelar cada corona/lazo con clara de huevo y espolvorear de azúcar.

Hornear en el horno precalentado a 190 grados unos 10 minutos aproximadamente (en mi horno de gas basta hornearlas 7 minutos).

Pasar a una rejilla con cuidado y dejar enfriar.



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Feliz tercero de Adviento, y poneos jartos de galletas navideñas – es una orden!

Si no me secuestra ningún troll, prometo contar en breve qué tal nos fue en Noruega...

God Jul a todos!



P.S. Creo que estas son las galletas navideñas más feas que he horneado en mi vida - "they look like a dead baby's finger", al que adivine de qué peli es la cita le doy una medalla de honor!