lunes, 30 de noviembre de 2009

La Navidad en un tarro


Ayer le dimos el pistoletazo de salida a una de las épocas más especiales del año: con el comienzo del adviento esta santa casa se pone de fiesta – se van acercando más y más ya las navidades y ahora lo que toca es “jartarse” a hornear galletas y beber “Glühwein” y zampar chocolate (el que se esconde tras cada puertecilla del calendario de adviento) desempolvar los adornos y pelearse, como cada año, por el tamaño del árbol (aunque me temo que, un año más, perderé esa batalla y terminaré dejando que el señor K. me meta en el salón un pino de dos metros...).

El adviento es en Alemania una época realmente especial. Si después de la locura galleteril del año pasado aún os quedan ganas de galletas de adviento y de tradicionalismos teutones, os recomiendo, igual que la última vez, seguir el juego de adviento de Noema de “Intercultura y Cocina” que este año tendrá forma de calendario de adviento (enlace en la barra lateral). Seguro que volveremos a aprender un montón de cositas interesantes sobre las tradiciones navideñas por estos lares.

Yo, desde luego, estoy ya sumergida completamente en la logística galleteril de esta época y volveré en los próximos días a la carga con algunas recetillas que el año pasado se nos quedaron en el tintero. Entretanto, hoy toca calentar motores con todo el sabor de la navidad... metido en un tarro...

El origen de esta mermelada fue la necesidad de “gastar” unas peras que pedían a gritos el finiquito. Mientras elucubraba qué hacer con ellas fui a parar al blog alemán “Fool for Food” que casualmente había publicado poco antes una receta de compota especiada de manzana que me inspiró sobremanera.

Aquí os dejo mi adaptación en forma de mermelada especiada de pera...


Ingredientes (salió un tarro):
  • 360 g de pera (pelada y tras quitar el corazón)
  • unas gotinas de aroma de vainilla (o vainilla “de la de verdad” si tenéis a mano)
  • una cucharada sopera de azúcar
  • un chorro de zumo de limón
  • unos 175 ml de vino blanco seco
  • 2 piezas de anís estrellado
  • unos 10 granos de pimienta roja enteros
  • una pizca de canela molida
  • unos 20 ml. de brandy
  • 2 cucharadas de azúcar moreno
  • una cucharada de maizena

Cómo se hace:

Pelamos las peras y desechamos los corazones y cortamos el resto en dados pequeños. Rociamos con algo de zumo de limón mezclado con agua para que no cojan color.


En un cazo, hacemos un caramelo con la cucharada de azúcar y cuando tenga un color dorado no muy oscuro, desglasamos con el vino blanco. Añadimos las especias y algo de aroma de vainilla (o la pulpa de una vaina de vainilla) y dejamos reducir unos 15 minutos aproximadamente. Pasado este tiempo, añadimos la pera cortada en dados al cazo.


Después de otros diez minutos sacamos con cuidado las dos “flores” de anís estrellado y añadimos un par de cucharadas de azúcar moreno. Dejamos cocer a fuego suave nuevamente otros diez minutos, removiendo de vez en cuando.

Quitamos la mermelada del fuego y pasamos por la batidora hasta que quede fina. (Nota: yo quería una mermelada “sin tropezones” y bastante líquida, pero evidentemente os podéis saltar este paso y dejarla con trocitos, quitando, eso sí, los granos de pimienta antes del final).


En un vasito disolvemos la maizena en veinte mililitros de brandy y añadimos la mezcla a la mermelada batida. Volvemos a poner al fuego y dejamos que rompa a hervir. Reducimos la temperatura y mantenemos la cocción unos diez minutos.

Pasamos la mermelada aún bien caliente a un bote de cristal previamente hervido, cerramos y ponemos el bote boca abajo hasta que enfríe.

Como esta mermelada lleva bastante poco azúcar, sería conveniente hervir el bote después de cerrado para hacerle el vacío más concienzudamente si queremos conservarla durante un par de meses. Como yo sólo hice un tarro de esta mermelada para probar primeramente y tenía además previsto comerla rápido (rellené unos hojaldres con parte de la mermelada, utilicé otra parte en un bizcocho, etc.), prescindí del hervido final.


El resultado me encanta – un sabor muy especiado que conjunta muy bien con el blanco que utilicé, un vino de variedad de uva Grüner Veltliner que además de tener una acidez que le va fenomenal a esta mermelada “diferente”, realza muy bien los sabores de pera y pimienta.


Sobre una tostada de queso brie esta mermelada es una auténtica delicia.


Como una mermelada de compota. O sea: La mermelada de la Navidad. De vicio...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Crema de calabaza



El sabor de la calabaza es uno de los más típicos del otoño, sobre todo por estas latitudes (ya lo decía el otro día Noema). Yo de pequeña sólo quería comer calabaza “en dulce”: el cabello de ángel siempre ha sido una de mis mayores obsesiones... pero la idea de comerme un puré o una sopa de calabaza me producía escalofríos. He de confesarlo (sí, una vez más): soy una superficial de tomo y lomo. Porque no me gustan las zanahorias y por eso, todo ingrediente que se acerque a su tonalidad anaranjada me parece, a priori, sospechoso... Ahora soy un poco (sólo un poquito) más lista que antes y, aunque sigo sin comer zanahorias, ya no le hago ascos a una reconfortante sopita de calabaza.

La crema de hoy está hecha con una calabaza de tipo patisson (o pattypan), una variedad que yo no conocía y que básicamente sólo aterrizó en el carro de la compra porque al señor K. le pareció “muy graciosa” su forma. La patisson es una calabaza más bien pequeña (comparada con las monstruosidades de calabazas mutantes que crecían en la huerta de mi aitatxo cuando yo era más peque, la patisson es una miniatura, vaya), y puede ser verde, amarilla o incluso blanca. Su peso suele rondar entre los 500 gramos y el kilo y es mejor consumirla cuando aún es joven (la corteza endurece mucho según va envejeciendo y el sabor se va disipando).

Hice más o menos la misma crema que hago siempre (podéis quejaros, si queréis, me repito más que el ajo, soy consciente de ello – totalmente): El ingrediente principal, un poquillo de patata, algo de caldo y crème fraîche para rematar, la nota diferente esta vez la puso la guindilla, y el topping fue de champiñones salteados.

Salió muy rica (¡mucho!), con el sabor suave de la calabaza redondeado por el picante de la guindilla. Bueno, también reconozco que en esta casa somos unos adictos a las cremitas de verdura. De acelga, de calabacín, de patata y puerro, lo que nos echen...

Ingredientes (salieron dos platos muy llenos que quedaron muy vacíos en cuestión de unos minutillos):
  • una calabaza patisson, también llamada pattypan - aprox. 600-650 gramos de su carne
  • la mitad de un calabacín pequeño (un fondo de frigo pendiente de finiquito)
  • 3 patatas pequeñas (unos 200 gramos en total)
  • caldo vegetal (hecho con media pastilla de caldo)
  • 2 cebolletas
  • un diente de ajo
  • aceite de oliva
  • algo de mejorana
  • champiñones (cantidad al gusto de cada uno)
  • sal
  • pimienta blanca
  • un par de cucharadas de crème fraîche
  • guindilla seca en escamas (recién molida)
  • opcional: perejil picado o cebollino para decorar

Cómo se hace:

Pelar la calabaza y cortarla en dados (desechando las pepitas y fibras del centro). Proceder igual con el calabacín y la patata.

Picar el ajo y las cebolletas y rehogar en una cazuela con algo de aceite de oliva. Añadir las verduras y cubrir con un caldo ligero (la cantidad suficiente para tapar todos los ingredientes). Espolvorear con mejorana y un par de golpes de molinillo de guindilla (o guindilla seca picada fina al gusto). Cuando rompa a hervir, reducir el fuego y dejar que cueza a su aire hasta que la calabaza esté blanda (unos 20 minutos).

Entretanto, saltear unos champiñones cortados en láminas en una sartén con poco aceite. Salpimentar y reservar (sin que enfríen).

Cuando se hayan cocido todos los ingredientes, quitar del fuego y pasar por la batidora hasta que quede una crema fina y homogénea.

Servir acompañando cada plato de crema con una cucharada generosa de crème fraîche y con un buen puñado de champiñones como colofón. Se puede espolvorear asimismo con algo de perejil picado (o cebollino picado).

Sopera mayor del reino de la república: yo. Sin duda.



"Internete" ofrece otras muchas más sopas de calabaza que probar, yo pienso ir haciéndolas todas ellas, empezando por estas:




Y ahora, porque he dormido F A T A L y está lloviendo y es lunes y noviembre y hace frío (3 grados en estos momentos) y el fin de semana ha sido extrañísimo y se ha terminado la Fórmula 1 y me encuentro de un melancólico subido, algo de música. Con mucho pathos. ¿Os he dicho alguna vez que me encantan las cosas patéticas? Uno de mis vídeos favoritos de los últimos años. Yo de mayor quiero ser prima ballerina. Ya está, ya lo he dicho...